![The Four Agreements: A Practical Guide to Personal Freedom (A Toltec Wisdom Book) by [Don Miguel Ruiz, Janet Mills]](https://m.media-amazon.com/images/I/51pnYmWFKwL.jpg)
The Four Agreements – A Practical Guide to Personal Freedom
Que tanto recomiendo este libro: 9/10
Los cuatro acuerdos de Don Miguel Ruiz. Un libro que he platicado con amigos, mi familia. Lo he regalado también. Compramos uno para nuestras hijas el cual espero que algún día lo lean.
Bueno, de qué trata este libro. Rapidito sobre el autor, Don Miguel Ruiz. Es un autor Mexicano de descendencia Tolteca y el libro habla de la filosofía ancestral de los Toltecas, que hace unos 3 mil años descifraron una forma para accesar a una vida como nos gustaría a todos; plena, llena de felicidad y amor. Ah que bonito no?
Lee mis Notas o sigue este link de Amazon para que veas lo que opinan otros sobre este libro
Bueno, el autor recomienda practicar Los cuatro acuerdos. Tema principal de este Libro, de ahi su nombre.
Los cuatro acuerdos son;
1- se impecable con tus palabras
2- no te tomes nada personalmente.
3- no hagas suposiciones.
4- Haz siempre lo máximo que puedas
Esta sabiduría parte de la suposición de que todos los humanos estamos soñando, que todo lo que vemos y escuchamos es un sueño. Soñar es la función principal de la mente y lo hacemos las veinticuatro horas del día. Soñamos cuando estamos despiertos y cuando dormimos.
La diferencia de cuándo estamos despiertos es que cuando estamos despiertos, hay un marco material que nos hacen ver las cosas de una forma lineal. Cuando dormimos, no tenemos ese marco y el sueño por lo general cambia constantemente.
Nacemos a un sueño externo, un sueño colectivo de la sociedad hecho de millones de sueños más pequeños.
Nosotros nacemos con la capacidad de aprender y soñar, pero nos enseñan a soñar en la forma que la sociedad lo hace y ha venido haciéndolo antes de que nosotros llegáramos aquí.
De esta manera aprendemos a comportarnos según indica la sociedad.
El sueño externo capta nuestra atención, y nos enseña a qué creer empezando con la lengua que hablamos. Cada letra, cada palabra de cada lengua, es un acuerdo.
De niños no tuvimos la oportunidad de escoger nuestras creencias, pero estuvimos de acuerdo con la información que nuestros padres, nuestros hermanos, maestros nos transmitieron.
Alguna vez, tal vez, nos revelamos con algunas de esas creencias, pero no éramos fuertes para ganar en esa rebelión.
Cuenta que poco a poco mediante este proceso se genero la domesticación de los seres humanos.
El sueño externo se transfiere al sueño interno y crea todo nuestro sistema de creencias. Con este sistema, también aprendemos a juzgar, a nosotros y a los demás.
Somos domesticados como cualquier otro animal. A base de recompensa y castigos. (Te dicen eres un buen nin@ o mal niñ@ por hacer o no hacer lo que se te pidió)
Pronto empezamos a sentir miedo de ser castigados y miedo de NO recibir la recompensa. O sea, la atención de nuestros padres, amigos, profesor.
En el proceso de domesticación perdimos todas nuestras tendencias naturales.
Llegó el punto que pasamos de ser domesticados por otros a ser nuestros propios domadores.
Nuestro sistema de creencias es como un el libro de la ley que gobierna nuestra mente y no es cuestionable aun cuando vayan en contra de nuestra propia naturaleza interior.
Somos nuestro propio juez y víctima. El juez interior nos juzga porque hacemos algo fuera del libro de la Ley y nos sentimos culpables.
Por cierto, somos el único animal que paga por su error más de una vez. Cada vez que cometemos un error, nos juzgamos pero también juzgamos a otros. Y por lo general es por una creencia errónea, una creencia que no es personal sino de el sueño externo.
El miedo controla el sueño externo. Pero a veces también el sueño personal.
Estamos inmersos en una búsqueda eterna de la verdad porque sólo creemos en las mentiras que hemos almacenado en nuestra mente.
Estar vivos es nuestro mayor miedo. No es la muerte; nuestro mayor miedo es arriesgarnos a vivir: correr el riesgo de estar vivos y de expresar lo que realmente somos. Por miedo a ser juzgados.
Nuestra mente es un mitote, que por cierto no sabia que mitote era una palabra de origen náhuatl
Nos formamos una imagen mental de que es lo que sería la perfección. Pero esta imagen se basa en nuestro proceso de domesticación. Y como no es real, no encajamos en ella y por esta razón nunca seremos perfectos para otros, pero ni siquiera para nosotros mismos.
Por esta razón nos sentimos falsos, frustrados y deshonestos. Y nos da mucho miedo que alguien nos descubra que no somos lo que pretendemos ser.
Nadie, en toda tu vida, te ha maltratado más que tú mismo. El límite del maltrato que toleramos de otra persona es exactamente el mismo al que nos sometemos nosotros mismos. Si alguien llega a maltratarte un poco más, lo más probable es que te alejes de esa persona. Sin embargo, si alguien te maltrata un poco menos de lo que sueles maltratarte tú, seguramente continuarás con esa relación y la tolerarás siempre.
Hacemos miles de acuerdos, pero los más importantes son los acuerdos que hacemos con nosotros mismos. Nuestra personalidad es formada con esos acuerdos.
Si somos capaces de reconocer que nuestra vida está gobernada por nuestros acuerdos y el sueño de nuestra vida no nos gusta, necesitamos cambiar los acuerdos.
Son cuatro acuerdos los que son más importantes y nos ayudarán a cambiar esos acuerdos que surgen del miedo y agotan nuestra energía
El primer acuerdo es Se impecable con tus palabras
Las palabras constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida.
Pero las palabras pueden ser como una espada de doble filo: pueden crear sueños o pesadillas que destruyen los que nos rodea.
Por ejemplo, Hitler uso palabras fundadas por creencias y acuerdos generados por el miedo para convencer a otros.
La palabra impecable significa sin pecado. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte.
Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo.
También significa utilizar tu energía correctamente, tanto diciéndonos la verdad y el amor por nosotros mismos
Las palabras son magia, y usada incorrectamente se convierten en magia negra. Por ejemplo cuando no anda de humor uno y se desquita con los hijos.
Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.
Sé impecable con tus palabras. Empezando por ti. Hay que decirnos a nosotros mismo que somos una persona maravillosa, fantástica, la mejor. Tengo que admitir que hacer esto me resulta difícil, hasta incómodo. Pero creo que es precisamente por mis creencias erróneas. Y miedo a juzgarme.
Pero hay que inténtelo, decirnos cuanto nos amamos. Hay que utilizar las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que nos hacen sufrir.
El segundo acuerdo es No te tomes nada personalmente.
La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor.
Nada de lo que los demás hacen es por ti. Cada quien está en su propio mundo de creencias, sentimientos y opiniones.
Cada quién es el productor director y protagonista de su propia película. Todos los demás tenemos papeles secundarios en tu película.
El mitote es la razón por la que los seres humanos apenas saben lo que quieren, cómo lo quieren o cuándo lo quieren. No están de acuerdo con ellos mismos porque unas partes de la mente quieren una cosa y otras quieren exactamente lo contrario.
No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción.
Nunca eres responsable de los actos de los demás; sólo eres responsable de ti mismo. Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran.
El tercer acuerdo es No hagas suposiciones.
Hacemos suposiciones sobre muchas cosas. El problema es que al hacerlo suponemos que es cierto.
Cómo tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; y después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar qué hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.
Por ejemplo, a veces asumimos que nuestra pareja sabe lo que estamos pensando y queremos. Y después cuando hacen lo incorrecto reclamamos de que porque no sabía lo que queríamos!
La razón por la que hacemos suposiciones es porque la mente necesita justificarlo, explicarlo y comprenderlo todo para sentirnos seguros. Y como son muchas preguntas las que tenemos, no importa si la respuesta es correcta o no, por sí sola bastará para sentirnos seguros.
También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos. A veces nos sobrestimamos o subestimamos.
Suponemos que podemos cambiar a alguien cuando nos casemos con esa persona. Y cuando esa persona no cambia, tenemos problemas.
La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegurarse de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, tener el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no hay que suponer que lo sabemos todo sobre esa situación en particular. Una vez que escuchemos la respuesta, no tendremos que hacer suposiciones porque sabremos la verdad.
Todo mundo tiene derecho a contestar si o no. Del mismo modo, todos tenemos derecho a preguntar.
Para empezar, tenemos que hacer conciencia de nuestro hábitos actuales para poder cambiarlos a base de la acción.
El cuarto acuerdo es Haz siempre lo máximo que puedas
Nuestro rendimiento día a día, hora a hora va a variar dependiendo de nuestro ánimo.
Si no hemos descansado bien, tendremos un rendimiento menor. Igual si estamos enfermos, enfadado, de neuras. En mi caso, las primeras de la mañana es cuando se que rindo mas. Después de ahi, se me hacen lentas las horas del día y no rindo lo mismo.
Entonces, dependiendo de nuestro ánimo lo máximo que puedas hacer cambiará de un momento a otro.
Este acuerdo nos dice que no importa la situación o el momento en que nos encontremos, hay que hacer lo máximo que podamos. Ni más ni menos. Y también dice que no siempre tendremos el mejor de los resultados pero eso está bien, porque vivimos en un ambiente siempre cambiante, un ambiente vivo.
Si nos excedemos demasiado, vamos a llegar un punto que aunque queramos, nuestro trabajo no sera el mejor. Por el contrario, si no hacemos lo máximo que podemos, suele suceder que nos reprochemos, nos juzgamos y nos sintamos mal por el hecho de no hacer lo mejor que podíamos. Lo cual significa que los mas seguro es que no echemos la culpa a nosotros mismos.
Hacer lo máximo que podamos nos convertirá en maestros. Somos un maestro hablando nuestra lengua porque la hemos practicado. La acción es lo que importa.
Lo importante es estar consciente de que nuestro maximo esfuerzo variará dependiendo de como andemos. Tal vez empezamos bien en la práctica de los cuatro acuerdos pero caemos. No importa, podemos retomar la práctica.
Hay que romper viejos acuerdos para dar paso a nuestra libertad
El primer paso hacia la libertad personal consiste en ser conscientes de que no somos ‘libres’. O sea que lo que creemos, lo que nos gusta o no nos gusta es por causa del entrenamiento por parte de la sociedad desde el momento que nacemos. Necesitamos ser conscientes de cuál es el problema para poder resolverlo.
Le llaman un Parasitó — el Juez, la Víctima y el sistema de creencias — controla nuestra mente y nuestro sueño personal.
Tenemos dos opciones, una es continuar viviendo como lo hemos hecho hasta ese momento, rindiéndonos al Juez y la Víctima, seguir viviendo en el sueño del planeta. La otra opción es actuar como cuando éramos niños y nuestros padres intentaban domesticarnos.
Dato curioso, en Japon la celebración de los 60 años es algo muy especial. Le llaman Kanreki, y tradicionalmente, los Japones ven este punto de su vida como un renacimiento.
Para cambiar nuestras creencias, debemos centrar la atención en que queremos cambiar.
Hay que empezar con esos acuerdos o creencias que son pequeños primero. Que requieran un esfuerzo menor para romper.
Por ejemplo, una persona que le gustaba cantar de niño o niña no canta porque alguien le dijo cuando estaba pequeñ@ que cantaba muy feo y se creó un acuerdo de que cantaba feo. Esa persona podría empezar a cantar como adulto, no importa que no cante bien. El hecho de volver a intentarlo, pondrá una grieta en ese acuerdo que está arraigado muy fuerte en el o ella.
Los seres humanos tenemos una enfermedad mental llamada «miedo». Los síntomas de esta enfermedad son todas las emociones que nos hacen sufrir: rabia, odio, tristeza, envidia y desengaño. Cuando el miedo es demasiado grande, la mente racional empieza a fallar y a esto lo denominamos «enfermedad mental».
Si somos capaces de ver nuestro estado mental como una enfermedad, descubriremos que existe una cura. ¿Cómo lo podemos hacer? Hay que hacer lo máximo que podamos para perdonar a los que creemos que se han portado mal con nosotros, no porque se lo merezcan, sino porque sentimos tanto amor por nosotros mismos que no queremos continuar pagando por esas injusticias.
Hemos de tomar conciencia de que podemos morirnos en cualquier momento; sólo contamos con el presente para estar vivos. El estar consciente de que podemos morir en cualquier momento, nos enseña a vivir cada día como si fuera el ultimo de nuestra vida. A saber que no hay nada que temer. A expresarnos sin miedo con los que amamos. Pero esto no es fácil porque el actuar sin miedo significa ir en contra de lo que hemos creido, que es fundado sobre realidades falsas y de miedo.
La única razón por la que sufrimos es porque eligimos hacerlo. Si examinamos nuestra vida, descubriremos muchas excusas para sufrir, pero no encontraremos una buena razón para hacerlo. Lo mismo ocurre con la felicidad. La única razón por la que somos felices, es porque decidimos serlo. La felicidad, igual que el sufrimiento, es una elección.
El sueño que vivimos lo hemos creado nosotros mismos. Es nuestra percepción de la realidad que podemos cambiar en cualquier momento. Tenemos el poder de viver nuestra vida como un buen sueno o una pesadilla ¿Por qué no soñar un sueño distinto? Los cuatro acuerdos nos pueden ayudar a encontrar nuestro sueño personal.